ORAR DE RODILLAS





El creyente tiene entre sus deberes principales la oración, es decir, orar cada día, con perseverancia, sin cansarse.

El que ora a Dios ¿en qué posición debe mantener su cuerpo?

Hay algunos comportamientos que los hombres deben tener para guardarse respeto recíprocamente. Para entender mejor voy a poner algunos ejemplos prácticos: cuando saludamos a alguien dandole la mano tenemos que ponernos de pie si estamos sentados; algunos se quitan el sombrero al saludar, en especial cuando saludan a las personas consideradas de alto rango, dignas de respeto; cuando los miembros de la corte entran en la sala del tribunal se pide específicamente a los presentes para ponerse de pie; los que han estado o que están en las fuerzas armadas y los que trabajan en la Policía cuando están en presencia de los superiores deben tomar ciertas actitudes, como el saludo a la visera, ponerse firme, nunca poner las manos en los bolsillos, etc.. Podría enumerar muchas más de tales cosas, y el lector mismo puede recordar sus experiencias como las que hemos enumerado.

Las acitudes anteriormente mencionadas tienen la intención de comunicar un mensaje a los demás, sobre todo el respeto y el honor que es justo a homenajearles. Las escrituras también confirman que es justo honorar a ciertas personas, de hecho dice: “Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.” (Romanos 13:7)

Ahora, si estamos naturalmente inclinados a comunicar también con las actitudes de nuestro cuerpo el respeto, la estima y el honor a los hombres, que son hoy y mañana ya no serán, más nos debemos comunicar también con nuestro cuerpo el respeto y la devoción cuando vamos en oración a la presencia de Dios.

Así que, ¿cuál es la posición del cuerpo que el creyente debe tomar cuando ora a Dios, para otorgarLes el honor y el respeto que se merece?

La Palabra de Dios nos enseña también en esto, de hecho, los fieles en Cristo han de ser imitadores de Cristo Jesús primero y luego también de los apóstoles y de todos los hombres de Dios mencionados por las Sagradas Escrituras, que nos dicen cual era su posición del cuerpo en la oración.

Leemos en la Palabra de Dios:

“Y él (Jesús) se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,” (Lucas 22:41)

“Y (Esteban) puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.” (Hechos 7:60)

“Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.” (Hechos 9:40)

“Cuando hubo dicho estas cosas, (Pablo) se puso de rodillas, y oró con todos ellos.” (Hechos 20:36)

“Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos.” (Hechos 21:5)

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3:14)

Leemos que Jesús, Esteban, los apóstoles Pedro y Pablo solían orar de rodillas.
También Elías y Daniel, siervos de Dios, oraban de rodillas, como en los pasos siguientes muestra la Palabra de Dios:

“Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.” (1 Reyes 18:42)

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” (Daniel 6:10)

Además, para confirmar la importancia que tiene para el Señor adorarle de rodillas, para darle la justa gloria de la cual es digno, Dios anunció por el profeta Isaías (45:23), también reportado por el apóstol Pablo, que vendrá el día en el que todos se arrodillarán ante Él para darle gloria; sí, la gloria, la misma que debemos dar a Dios cuando Le ofrecemos nuestras oraciones.

“Porque escrito está: “vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.” (Romanos 14:11) “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;” (Filipenses 2:10)

A partir del estudio de los pasajes citados veamos como la Palabra de Dios nos enseña también la posición que debemos tener durante la oración; los profetas, Jesús y los apóstoles oraron a Dios de rodillas, entonces, nosotros, hoy, debemos orar de rodillas, con el rostro en tierra para honrar, alabar y glorificar a nuestro gran Dios, el cual es bendito por siempre. ¡Aleluya!

Muchos creyentes, al contrario de lo que está escrito en la Biblia, oran sentados o incluso acostados o de pie; así hacen y enseñan a los demás, justificandose diciendo que es suficiente doblar las rodillas de su corazón.

Vamos a tratar de pensar que tú podrías ir a tu director del trabajo hablandole acostado en el sillon de su oficina; él, sin duda pensará que eres grosero y que le estás faltando el respeto. Además, ¿cómo se puede hablar a alguien acerca de cosas particularmente importantes estando acostado? Se trata de una cosa impropia que tampoco las personas más irreverentes se atreven a hacer.

Recuerdo bien que yo también en mi ignorancia, hace mucho tiempo oraba a Dios acostado, en la noche, con resultado decepcionante que terminaba para adormecerme durante la oración, faltandoLe de respeto, y Él, a su vez, desaprobando tal modo de orar no me concedía su bendición y yo no podía sentir su presencia.

La posición sentada puede estar bien para aquellas personas que tienen discapacidades físicas, que son mayores, o en momentos particulares como la acción de gracias y la bendición de la comida. Quiero decir con esto que puede ser aceptable, pero la forma más conveniente de orar siempre permanece de rodillas.

La oración mientras se está sentado no se puede absolutamente practicar en los servicios de adoración, en las reuniones de oración, en su propio aposento en la soledad; estas oraciones, se deben hacer para alabar y adorar a Dios que es digno de recibir nuestra alabanza y nuestra adoración con todo nuestro corazón y también con la participación de todo nuestro cuerpo.

Recordemos siempre el primer gran mandamiento que dice:

“Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”(Marcos 12:29-30)

Con respecto a las palabras “con todo tu corazón”, “con toda tu alma”, “con toda tu mente” y “todas tus fuerzas”, ¿qué se debe entender si no todo el ser del hombre, incluyendo el cuerpo?

Debemos aniquilar a nuestro cuerpo, no tenemos que satisfacer todos sus apetitos, hay que someterle a nuestra voluntad y utilizarle como un instrumento de alabanza y gloria a Dios, doblando las rodillas para elevar fervientes oraciones a nuestro Creador y Salvador.

Hay casos en los que se debe orar y no se puede hacerlo de rodillas, por ejemplo cuando nos encontramos en lugares donde no hay espacio suficiente, en ese caso es conveniente orar de pie.

A mí me pasó un caso en el que me encontré en las calles de la ciudad con algunos hermanos y antes de marcharnos, sentíamos la necesidad de orar, entonces, a fin de no despertar la curiosidad de la gente y para no lucir demasiado, oramos de pie.

Puede suceder a veces que tienes que orar de pie, esto no quita honra al Señor, pero sigue siendo el hecho de que la oración para la adoración a Dios debe hacerse de rodillas; todos los demás casos, deberán tenerse en cuenta como casos excepcionales, evaluando cada vez lo que es conveniente para dar honra y gloria a Dios.

El libro de los Salmos se lee y se medita por los fieles para aprender a orar, y este libro nos enseña, entre otras cosas, a orar de rodillas, de hecho está escrito:

“Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.” (Salmo 95:6)

Hermanos, ¿se dan cuenta de que cuando oramos nos vamos a la presencia de Aquel que hizo los cielos y la tierra?

Si entendemos esto me parece muy poco ponerse de rodillas ante el Señor que nos hizo para adorarLe. La conciencia de entender Quién está delante de nosotros cuando oramos es una manifestación de fe y de madurez espiritual.

Hay quien enseña que la oración a Dios debe ser espiritual, sólo con el corazón, dicen: “Es suficiente doblar las rodillas del corazón.” Pero les pregunto ¿por qué ciertos servicios también deben hacerse con el cuerpo, por ejemplo limpiar el lugar de culto? ¿Qué trastorno pasaría si los creyentes se decidieran a alabar a Dios sólo con el corazón y se detendrían a participar en todos aquellos trabajos que requieren la participación del cuerpo y no sólo del corazón? Así que privarían a la Iglesia de los importantes servicios que permiten llevar a cabo los servicios de adoración en la limpieza y en el orden. Es cierto que los ancianos y los pastores comenzarían a predicar desde el púlpito y fuera del púlpito contra los creyentes que no participan en las obras materiales requeridas por Dios a la iglesia, que son en cualquier forma útiles para la Iglesia.

Dios, por medio de Sus siervos a través de Su Palabra nos ha enseñado que debemos amar no sólo de palabra, sino de hecho y en verdad, fructificando abundantemente, sirviendo a Dios con un corazón sincero, y también ofreciendo nuestros cuerpos en sacrificio vivo (Romanos 12:1) y presentando los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia a Dios (Romanos 6:13).

Es importante dar gloria a Dios guardando su Palabra incluso con el cuerpo y no sólo con el corazón, porque está escrito:

” …Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor…” (1 Tesalonicenses 4:3-4).

En contra de la voluntad de Dios expresada en este pasaje, muchos creyentes no poseen su propio cuerpo en santidad y honor como quiere el Señor, pero lo descubren y en el verano lo llevan a la playa para tomar el sol; cosas en las que hay muy poco de honorable y santo. Pero cuando se trata de doblar las rodillas del cuerpo en la oración, sin embargo, buscan muchos subterfugios para no hacerlo. ¡Hermanos no debe ser así!

Debemos amar a Dios tanto con el corazón como con el cuerpo, haciendo morir las obras de la carne y moderando la satisfacción de los deseos naturales que del cuerpo provienen, porque nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo.

Podemos hacer otro razonamiento, siempre extraído de las Escrituras, leyendo el paso de la batalla de Israel contra los amalecitas; la Palabra dice:

“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.” (Éxodo 17:11)

La mano de Moisés representaba la intensidad espiritual de la oración hecha por Moisés, cuando se bajaba prevalecía Amalec, cuando la intensidad subía Israel ganaba.

Amados hermanos, bueno, ¿cómo es su mano hacia arriba o hacia abajo?

Creo que, a la luz de las Escrituras, orar de rodillas es como la mano de Moisés; si se ora de rodillas la intensidad espiritual de la oración será alta, si se ora sentado la intensidad espiritual (o la participación del corazón, si lo preferimos) será baja.

También es importante tener en cuenta la obra que hizo Jesús; Él salvó al hombre pecador ofreciendo su cuerpo, no sólo ha obrado con el Espíritu, sino también con el cuerpo; Su cuerpo fue crucificado y molido por nuestras transgresiones, y por cuya herida fuimos sanados (1 Pedro 2:24).

Con respecto a arrodillarse para orar, hermanos, les confieso que inicialmente las rodillas duelen, pero después, con el tiempo se acostumbran, se refuerzan y hacen los callos, y el dolor desvanece, dando paso a las muchas bendiciones que Dios da a los que se humillan delante de Él.

Algunos escribieron de Santiago, el hermano del Señor, que a fuerza de orar de rodillas tenía callos gruesos y duros.

Hermanos, ¿diciendoles estas cosas quiero convertirme en su enemigo?

¿Les escribo estas cosas para que se alejen de la gracia de Dios o para que abunden en ella?

¿Tal vez estoy poniendo un yugo sobre ustedes demasiado pesado de llevar o un yugo dictado por la carne?

¿Estoy tratando de halagarles para vaciar sus bolsas y así llenar las mías?

Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres? ¿O, más bien, trato de agradar a Dios y darle la gloria y el honor que se le debe?

No, hermanos y hermanas, no es otro evangelio que les anuncio, sino es el antiguo evangelio, las sendas antiguas, que, por desgracia, en estos tiempos se han extraviado, siguiendo la corriente de este mundo, la abundancia material y los placeres de la vida; de los que hoy los redimidos por Cristo se han convertido en amantes; y yo, con la fuerza y ​​la habilidad que Dios me da, trato de destar estos espíritus, como dice la Escritura: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.”

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